Susana, hija del lechero del pueblo era la niña más
apreciada, más querida, más guapa de entre todas las niñitas del pueblo. Sin
duda, era lo que pensaba su abuela. La verdad que la chiquita no era nada del
otro mundo, pero si era cierto que tenía un curioso don, del cual su abuela no
sabía. Disponía de lo que podríamos llamar en nuestro idioma corriente y
moliente, como “capacidad instantánea de echar males de ojos”. Lo malo de este
don de la “gafidad” (como solía llamarlo con sus dos mejores amigas, ya que el
don del gafe, no les parecía sonoro), era que no salía siempre como Susana
pretendía. Esto podía deberse a varios motivos, que como sabréis más adelante
mis queridos lectores, ya he contado.
¿Y quién está contando esto? Os preguntareis mis queridos
lectores del futuro. Mi familia me llama Quique, mis amigos Kike, y para usted,
o espero ustedes seré conocido como Enrique, el Sultán. Lo del Sultán aun tengo
que pensarlo, no estoy seguro si sería un apodo correcto para un servidor
cuando sea escritor, pero me gusta como suena.
Pero bueno sigo con la historia. Conocí a Susana en el
colegio, ella era de un curso mayor por lo que solo la veía en el recreo, y en
la hora de educación física ya que ella la tenía a la misma hora y compartíamos
el patio.
¿Cómo supe de su don? Uno de los primeros días de educación
física me lesionaron y estuve el resto de la clase sentado en un banco. Debía
de haber estado pendiente de los ejercicios que hacía mi clase, pero lo cierto
es, que me fijé en Susana. Su clase jugaba al voleibol y Susana no era
demasiado buena, y por ello algunas niñas de su clase, cuando Susana fallaba,
se bufaban de ella, e incluso la agredía cuando el profesor no miraba. Y fue
cuando lo vi. Lulú y Carolina, las amigas de Susana la alentaban para que
Susana hiciese algo. Aunque desde mi posición no estaba seguro a que se
refería. Entonces, Amanda, la chica que más había estado molestando a Susana,
arrojó a Susana un batido de chocolate que la pringó entera. En ese momento
Susana sonrió la miró y susurró algo. Dio unos pasos hacia atrás sin perder de
vista a Amanda y acto seguido una gran rama que había cerca cayó sobre Amanda
dejándole una pierna escayolada durante unos días.
Desde aquello procuré no perder de vista nunca a Susana y vi
como pasaron cosas similares:
Situación 1: Susana, Carolina y Lulú tomaban
su desayuno en un banco del patio, y llegaron hasta ellas Amanda y sus compinches.
No escuchaba lo que decía ya que yo me encontraba a una distancia prudente de
seguridad para no ser descubierto. Pero pude ver como al final Amanda acabó
agrediendo a Susana y quitándole un paquete de chuchería que le asomaba en el
bolsillo. Con forme Amanda se alejó de ellas unos aspersores cercanos saltaron
y se pusieron en marcha sin previo aviso mojando completamente a Amanda y sus
amigas. De nuevo, Susana y sus dos amigas rieron con la mirada.
Situación 2: Era salida del cole, y
todo el mundo se empuja por los pasillos para salir el primero. A Lulú, que era
una personita pequeñita para la edad que tenía, la empujaban con mucha
facilidad y la pobre chica quedaba aplastada siempre contra las paredes. Ese
día vi como un chico de su clase la empujó para variar y le hizo bastante daño.
Susana gritó “¡Deberías caerte!” y acto seguido el niño comenzó a rodar por las
escaleras.
Después de tomar estas anotaciones hablé con mi padre. A mi
padre le gustó mi iniciativa y me dijo que un buen periodista debe arriesgarse
más si es necesario, si así consigue mejor material. Así que ideé un plan
durante todo el fin de semana para ponerlo en práctica el lunes siguiente. El
plan sería el siguiente. En la hora de educación física que teníamos el lunes
yo pediría ir al servicio, pero en ese tiempo iría hasta mi clase, cogería mi
grabadora, iría hasta la clase de Susana y buscaría el sitio perfecto para ella,
y luego como si nada, volver al campo. Así podría escuchar y saber si también
ocurrían cosas curiosas mientras dan su clase. A última hora mientras todo el
mundo sale yo iría a su clase a recogerla, asegurándome por supuesto que no me
viera nadie.
Y por fin lunes. Me desperté de un respingo cuando sonó el
despertador y me apresuré a vestirme y preparar todas las cosas para el
colegio. “Hoy va a ser un día muy importante en mi carrera, sin duda”, pensé
mientras que esperaba el bus.
Las tres primeras clases del día transcurrieron con total
normalidad. En el recreo estuve siguiendo a Susana pero sin que pasara nada
interesante. Y por fin la hora de educación física. Nuestro profesor nos puso a
hacer el calentamiento y como había planeado le pedí ausentarme para ir al
servicio. Salí corriendo hacia mi clase, cogí la grabadora y fui hasta la clase
de Susana. Estando allí la encendí y grabé:
“Lunes, 26 de septiembre
de 2013. Estoy en la clase de Susana y me dispongo a buscar el sitio adecuado
para dejar esta grabadora y seguir con mi investigación. Estoy mirando las
distintas mochilas a ver si por casualidad pudiera adivinar cuál es la suya.
Sería interesante colocar la grabadora lo más cerca de su mesa… después de
varias mochilas he comenzado a abrir las carpetas que han dejado encima de la
mesa y he encontrado una que tiene pegada una foto de Susana, Carolina y Lulú.
Susana sale guapísima y… Oh oh, Sus susss, Susana, ¿Qué haces aquí?”
Susana había entrado a la clase y por la postura me da que
llevaba un rato observándome. Me quedé perplejo mirándola, no quería ni
moverme. Casi no respiraba. Y ella rió y continuó la conversación que yo
mantenía solo:
-
Es mi clase, he venido a coger una cosa. ¿y tú?,
¿quién eres y por qué sabes mi nombre?
-
Hola, mi nombre es... es... Kike, si, Kike es el
nombre adecuado quizás.
-
¿El nombre adecuado?
-
Si verás, mi nombre es Enrique, pero según qué
círculo me llaman de una forma u otra y he pensado que tu, quizás po, po,
podrrías llamarme Kike.
-
¿y en qué circulo me has metido exactamente?
-
En el.. el… el de mis amigos.
-
Oh vaya, gracias supongo. Aunque es difícil que
me consideres tu amiga cuando no sabes ná de mi.
-
Lo cierto es que si sé. Soy periodista y te he
estado observando (no sé si eso suena bien) observando... pero un poquito solo.
Verás me he percatado que a veces le pasan cosas a la gente cuando tu lo deseas
o lo dices. Y vi, que Carolina y Lulú se ríen cuando pasa por lo que le da peso
a mi teoría.
-
Comprendo …
Después de esa ultimaba palabra que parecía dar fin a la
conversación. Susana se sentó en una de las mesas cercanas y buscó algo en una
mochila y lo guardó corriendo en su bolsillo. Me miró un par de veces antes de
volver a dirigirme la palabra y por fin vi que se decidió a hablar:
-
Te llevarías bien con Carolina y Lulú. Ellas
tienen una teoría parecida a la tuya.
-
Ah, ¿siiiii? ¿Y tú no piensas lo mismo?
-
Bueno, yo prefiero creer que son coincidencias.
Dicho esto, como si nos estuvieran escuchando, Carolina y
Lulú se asomaron por la puerta riéndose. Al parecer llevaban todo el rato
escuchando la conversación. Y entonces una de ellas, Lulú creo, me comentó su
teoría, la cual era muy parecida a la mía.
Estuvimos riendo un buen rato. Bueno, más que un buen rato
el resto de la clase, pero yo no me di cuenta hasta que sonó la sirena. En ese
momento los cuatro nos miramos y nuestras caras expresaban exactamente lo que
pensábamos “He hecho piarda”. No estaba seguro hasta que punto pensaba las
chicas igual que yo pero yo tenía muy claro lo que pensaba. Y en ese momento
comenzó hablando Susana:
-
Chicas, otra falta. Nos advirtieron que no
podíamos empezar el año volviendo a faltar.
-
Quizás podrías intentarlo. – Continuó Carolina.
-
Estás loca Carolina. Ya lo hemos hablando.
Crearía un bucle en el tiempo.
-
Quizás no
-
Quizás no … ¿Eso contestas? Y si Quizás sí…
¿entonces qué pasaría?
-
Nunca lo sabremos si no lo probamos. Susana la decisión
es tuya. ¿qué vas a elegir?
-
Pues… pues… lo cierto que si es verdad que yo
sea capaz de hacer algo así… sería peligroso. Pero ya sabes Carolina que yo no
creo. Así que podría decirlo y así cuando vierais que no pasa nada dejaríais el
temita. – Dijo Susana con voz segura pero algo tartamuda. En el fondo yo creo
que Susana no estaba cien por cien segura de que no tuviera esa capacidad.
-
Perdonad, que os interrumpa chicas, pero, ¿de
qué estáis hablando exactamente?
-
Carolina quiere que Susana desee que esto jamás
haya pasado. Con eso quizás se borrara el tiempo, pero eso deja mucho cabos
sueltos. – contentó Lulú con un tono que expresaba que lo que estaban hablando
era sin duda una obviedad.
-
Sin duda es interesante. Yo te animo que lo
hagas. Hoy es el día que empieza mi carrera y no hay nada mejor empezar uno su
carrera de esta forma. Si sale bien, conseguiría hacerme súper famoso.
-
¿Y si sale mal y caemos en un bucle infinito?
-
En ese caso tampoco sería malo. Porque cada día en
mi vida tendría la oportunidad de conocer a Susana. – Esas fueron mis últimas
palabras que dirigí a Lulú. Todos callamos unos instantes. Susana empezó a
sonrojarse.
¿Comprendéis ahora, queridos lectores, como ya os conté la
historia como digo al principio? Divertido ¿eh?. Pues eso fue lo que les conté
a mis padres y no me creyeron. ¿Y tú, por qué estas castigado?
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Con este relato pasé la primera ronda de "VERSUS" con el tema de: comedia / comedia romántica
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